El culpable.
Hoy escribo. Sí, vuelvo a
escribir. Sí, es extraño. Sí, es por tu culpa. Sí…
Hace mucho que mis dedos no
recorren el teclado ni pulsan sus teclas como quien toca un piano con prisa.
Bueno, no tengo claro si se puede crear algo con prisas. No las tengo pero he
de reconocer que mis pensamientos recorren mi cabeza a mil por hora. Y más
estos días. Malditos días, van a conseguir que me vuelva más loca de lo que
estoy.
Hace nada que dejamos de hablar.
No es que alguno de nosotros quisiera dejar de hacerlo. Son las circunstancias
las que nos lo impiden o más bien nos dificultan. Yo no sé tú si estarás igual
pero yo no sé cuanto más voy a aguantar contando los días, horas, minutos y
segundos para volver a hablar. Aun tengo un nudo en la garganta, el miedo de
que no vuelvas…
Hace poco que aprendí a emplear
el humor como salvavidas, como escudo protector. No sé si te habrás dado
cuenta. Tampoco sé por qué estamos como estamos. ¿Estamos confundidos o sólo
tenemos todo tan claro que nos da vértigo?
Hacía demasiado que no me sentía
así. Ni lo recuerdo. El amor duele cuando no es correspondido y aun duele más
cuando en vez de ser cenicienta parezco la protagonista de aquella novela de
Shakespeare tan famosa, Romeo y Julieta. Haré una comparación para aclarártelo:
en el cuento los padres prohíben aquel amor, en la realidad las circunstancias,
entre otras que te haya pillado en otra relación, nos cohíben…
Hace ya cuatro días que note que
sentías algo parecido a lo que siento. Dices que tienes altibajos, días malos
constantemente, y dices desconoces la causa. No me mientas, ambos sabemos que
te ocurre.
Ahora, esperar, esperar y esperar. Esperar a ver si mi
Romeo tiene los huevos suficientes como para olvidar a los padres y caer al
vacío. Yo esperaré abajo para sujetarte antes de que caigas al suelo. Solo
espero que no acabemos como Romeo y Julieta, muertos de amor.
Comentarios
Publicar un comentario